UNA METODOLOGÍA PARA PRODUCIR LO QUE EL PAÌS NECESITA
Alguna vez me puse a estudiar el rendimiento de La Universidad, vista como una institución creada para producir profesionales en las diferentes líneas del conocimiento. Empecé por estudiar la cantidad de personas que egresaban con el reconocimiento y el diploma respectivo para cumplir con el objetivo principal del graduado.
Debemos recordar que la Universidad Nacional del Zulia había sido cerrada en el año 1904 porque – a juzgar por lo que pensaba el Presidente: “la producción de muchos profesionales podría desvirtuar el carácter nacional”. La verdad era otra: La Universidad había graduado a la persona que no permitía que se llevaran del Zulia la producción regional.
Todavía, cuando me tocó ejercer como Presidente del Instituto para la Protección y a Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo, descubrí que había muchos productos decomisados por efectos del contrabando y que, ocasionalmente se los llevaban a Caracas para venderlos a muy bajo precio a los empleados del gobierno central.
Entonces entendí que permanecía vigente el lema de los caraqueños “Caracas, es Caracas. Lo demás: monte y culebras”.
Continué analizando la eficiencia académica en el nivel regional y descubrí lo siguiente: La curva de ingresos era muy grande, pero la de egresados… demasiado pequeña. Al comienzo, después de la apertura se graduó el 50% de los que ingresaron, pero en el momento en que estaba haciendo el estudio solamente salía con el título respectivo el 14% de los que entraron… Y quedó al descubierto la condición de ingeniero:
Yo nunca compraría una maquinaria a la cual le metan la materia prima para producir cien unidades y solamente saque 14, porque es demasiado ineficiente…
Por supuesto, aparecieron miles de ataques y respuestas tratando de justificar lo que estaba sucediendo. E intenté mejorar lo que debería ser nuestra obligación.
Ya habíamos aprendido a “quintaesenciar el conocimiento” y pudimos ofrecer los cursos intensivos, empezando por la industria del petróleo, algo que para ellos era muy importante porque valorizaban en alto grado el valor del tiempo de los empleados y profesionales de la industria.
Ese aprendizaje llevó al profesorado a tener listo todo el material y los programas de cada uno de los cursos que dictaban en La Universidad. Como consecuencia, ya no tenían que estudiar todas las noches las clases que iban a dictar el día siguiente. Y se estabilizaron los postgrados.
Entonces observamos que - además de la ineficiencia académica – se seguían graduando profesionales que, después no conseguían empleo. Eso era evidente con los geodestas y con los ingenieros agrónomos. Había que acoplar la empleabilidad con la capacidad de producción de la universidad.
Decidí irme a Caracas y me ubiqué en el Colegio de Ingenieros de Venezuela, con el soporte de la Fundación Instituto de Mejoramiento Profesional (FIMP DEL CIV).
Al hablar con los dirigentes del más alto nivel del Ministerio de Obras Públicas, aprendimos que tenían muchas dificultades para abrir los caminos de penetración. Y ésta fue la expresión:
“Les pido que construyan una autopista y me hacen un camino de ruecas y, cuando les pido los caminos de penetración, me hacen una autopista. Además, los ingenieros no quieren ir al campo.
La solución estaba a nuestro alcance – con un programa decursos intensivos - empezamos a convertir los ingenieros agrónomos en ingenieros de vialidad rural. Y al abrir cada camino, los agrónomos descubrían la finca, que justamente estaba al lado de las carreras que habían construido. Así les dimos empleo a doscientos ingenieros…
Lo mismo pasó con los geodestas. El País tenía una carencia muy grande del personal requerido para proteger las fronteras, algo para lo cual estaban muy bien preparados los ingenieros geodestas que no conseguían empleo. Y, por esta vía, los ingenieros desempleados tuvieron el trabajo que querían y sabían hacer.
El mismo procedimiento lo utilizamos en la Universidad de Oriente, organizamos un programa de seis cursos intensivos para darles a los egresados la capacidad para trabajar en aquellos campos donde hubiera empleabilidad…
En el fondo, nos está faltando la organización y la gente que analiza con detenimiento lo que estamos produciendo y lo que debemos producir. Adicionalmente, es necesario vigilar de cerca la capacidad instalada en las diferentes universidades y centros docentes de la nación.
Tal vez, cuando volvamos a tener la Venezuela que debe ser, nos podamos dedicar a reactivar las escuelas técnicas y artesanales, como alguna vez las tuvimos. Y, adicionalmente, satisfacemos las necesidades del País produciendo los profesionales que se necesitan. Antes, debemos analizar lo que ha sucedido, para evitar que se vuelvan a repetir los mismos errores.