La Piratería y las Redes de Gas

Marcías J. Martínez.

Esta vez tuve la oportunidad de conversar con un grupo de amigos, interesados en el campo del gas natural; algunos en el nivel técnico, otros representantes auténticos de la comunidad. La conversación giró alrededor de un tema, que bien vale la pena comentar.

Hablamos de las redes de gas de las diferentes ciudades del país, involucrando en la conversación a los que se dedican a trabajar en esta materia: contratistas, consultores y demás personas encargadas de la instalación de las tuberías que llevan el gas natural hasta cada uno de los hogares.

Recordé la época aquella en que todavía no existía el FIME, cuando se discutía, en Maracaibo, la conveniencia de que la empresa de electricidad (ENELVÉN) se encargara simultáneamente de lo inherente al gas natural y la electricidad o que, en su defecto, se creara un organismo para regir todo lo necesario en esta materia.

Y apareció la Fundación Instituto Municipal de Energía como ente encargado de dirigir todo lo concerniente a uso del gas natural para fines comerciales y domésticos.

Desde entonces hemos recibido un servicio de energía barato y bastante bueno, sobre todo, si se toman en cuenta los intereses que giran alrededor de estas decisiones.

El tema fue tomando cuerpo y los ejemplos empezaron a caer sobre la mesa. Hablamos de las invasiones de terrenos y de la forma cómo la gente instala el servicio clandestinamente. Me comentaron de un barrio donde "un viejito" hace las veces de un experto: se encarga con especial esmero de su clientela, repara las tuberías y cobra si fuera la empresa encargada del servicio de gas. Son tantas las casas que se han ido agregando a la invasión inicial que ya tiene garantizada una forma de vida. Nadie me habló de clientes descontentos con la asistencia que han estado recibiendo.

Empezamos a estudiar el trabajo realizado y los riesgos a los cuales se somete a la población. El señor se ha conectado a una tubería de alta presión y utiliza como soporte técnico lo mejor de su experiencia ganada como obrero de la Shell. A pesar de la apariencia, la técnica que emplea es rudimentaria. No tiene un separador instalado en el sitio, por lo cual pudiera ocurrir que, en un instante cualquiera, llegue gasolina a cada hogar. Cuando eso ocurre, todas las cocinas se prenden a la par y el incendio, que se inicia en una casa, convierte la ranchería en una perfecta hoguera. El día que eso suceda (y que Dios proteja a mis compatriotas) empezarán a buscar los culpables y, como de costumbre, no aparecerán por ninguna parte las personas que hicieron el daño. Es que no es igual conectarse a una tubería de agua que a una de gas, de alta presión.

El manejo del gas natural es un asunto delicado y no debe quedar en manos inexpertas. La gente ha aprendido a invadir los terrenos y a disponer de los servicios de agua, rompiendo las tuberías. Más tarde se han desarrollado expertos instaladores de gas natural que, a mí, especialista en la materia, me sorprenden con sus habilidosos procedimientos. Es que nuestro pueblo es ingenioso, lástima que no se utilice esa capacidad conjuntamente con una buena dosis de moral y algo de organización.

En otra intervención, también espontánea, me contaron que otro de estos especialistas, formados en la escuela de la vida, había tratado de ocultar la tubería plástica montándola sobre los postes de la electricidad. De esa manera, pretendía que no descubrieran su contrabando. No pensó nuestro amigo, que estaba mezclando la chispa y el combustible. De haberse producido un escape en la tubería, el impacto habría sido de grandes proporciones, mucho más si recordamos que el plástico se derrite al iniciarse el fuego.

También es necesario que los contratistas que se dedican a este oficio, entrenen a su personal, tanto en la calidad del trabajo que realizan como en la moral que debe prevalecer al hacer este tipo de conexiones.

En algunas oportunidades, los contratistas que trabajan para las empresas de teléfono o de la electricidad rompen las tuberías de gas y, en el mejor de los casos, intentan repararlas

 

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